MENSAJE A LAS COMUNIDADES DE LOS SANTANDERES, CATATUMBO Y MAGDALENA MEDIO

MENSAJE A LAS COMUNIDADES DE LOS SANTANDERES,

CATATUMBO Y MAGDALENA MEDIO

Después de consultar con camaradas, militantes y amigos, y luego de un análisis de la situación, he decidido regresar a la lucha armada. Pusimos todo nuestro esfuerzo por sacar adelante este proceso de paz para actuar sin más armas que la palabra, pero la corrupción, la sumisión al gran capital y la perfidia de los gobernantes no deja otro camino si no queremos asistir resignados a un exterminio que comienza a tomar los visos de lo ocurrido contra la Unión Patriótica.

Al bravo pueblo del norte, a los hijos del Relámpago; a Santander y los hijos de Santurban y los petroleros; a las comunidades del sur de Bolívar y nordeste antioqueño; tierra donde nacimos y crecimos entre la alegría del compartir con nuestros amigos y seres queridos. Territorios y gentes unidas por un sentimiento de amor a la paz, a la vida, por la resistencia a los planes de saqueo, muerte y terror, por la defensa del medio ambiente y la fauna; hoy en la mira de las políticas imperiales para el saqueo del oro y el carbón en detrimento de la vida. Unida por mujeres y hombres militantes farianos que hombro a hombro con las comunidades soñaron y lucharon por alcanzar y preservar el buen vivir, empeñados en hacer de Colombia un país cordial para las presentes y futuras generaciones. En estos escenarios nos hicimos como militantes revolucionarios que no estamos dispuestos a permitir que se burlen los anhelos de concordia y tranquilidad. Por eso, sencillamente ¡la lucha sigue!

En nuestros recuerdos están los mineros de Segovia, las canoas por el cimitarra, la fauna del Opón, las multitudes en el puerto de Barranca por el Caño Cardales, las chimeneas de humo de Ecopetrol, las noches oscuras y las ramas para borrar el trillo en la Panamericana, un mal de cólera que casi nos mata dejando el 90 por ciento del personal en cama por Sabana de Torres, los escombros y restos de El Playón, destruído hace años por la avalancha; el frio incontrolable del Páramo del Mohan, los combates en el Berlín y la muerte de nuestro inolvidable comandante Gabriel Galvis, y el primer viaje por las aguas que se deslizan desde la bella Cordillera Oriental hacia el majestuoso lago de Maracaibo.

La mejor trinchera para los guerrilleros fueron y siguen siendo las masas. Sin la gracia y el apoyo de tales muchedumbres por las que somos y a las que nos debemos, no estaríamos escribiendo estas líneas en las que reafirmamos el compromiso de no abandonarlos en esta batalla por la vida y por la paz. Muchos de uno y otro lado ya no existen, no nos acompañan, pero una generación de nuevos hombres y mujeres se levanta frente a la amenaza imperial, en defensa del agua, la biodiversidad y el medio ambiente, por el mejoramiento de las condiciones de existencia sin más guerra, que fue el deséo que creímos ver asomándose en el horizonte con los acuerdos de La Habana.

Nuestra lucha fariana ha sido siempre en defensa de los oprimidos, por la conquista de sus derechos, contra el imperialismo y la burguesía vendepatria, corrupta y criminal. Por ello hemos sido estigmatizados, señalados como los responsables de todos los males del país. Los gobernantes de turno, sus politólogos y los grandes medios de comunicación han lanzado toda clase de infamias, bombas y metrallas para aniquilarnos al igual que a millares de colombianos que se han movilizado contra la injusticia. Al lado de su crueldad, la mentira y la manipulación mediática de las conciencias, han sido armas con las que nos han pretendido borrar del mapa. Pero siempre la altura moral y la persistencia de los de abajo nos ha permitido mirar al horizonte sin desfallecer, y pensando en que aunando esfuerzos como revolucionarios, luchadores sociales, partidos y movimientos políticos populares lograremos conquistar un nuevo país.

A dos años de firmados los acuerdos de paz y desarmada la guerrilla más antigua del continente, no hay muestras de mejorar las condiciones de vida de los colombianos; por el contrario, prolifera la iniquidad, el incremento en los impuestos, las amenazas de fumigación y erradicación forzada de cultivos de uso ilícito en detrimento de las pobrerías, la exclusión política, incumplimiento de lo acordado, los crímenes que ya han cobrado la vida de al menos 140 excombatientes y más de 500 líderes y lideresas sociales, los incumplimientos de los compromisos que se han convertido en la destrucción del Acuerdo de La Habana. En síntesis, la perfidia con la que actúan estos gobernantes que obedecen más a los dictados del gobierno de los Estados Unidos que al clamor de paz de los colombianos, es inocultable.

Hemos regresado a las armas con cientos de nuevos combatientes, no para enfrentarnos entre colombianos pobres y soñadores de paz. Los fusiles deben apuntar contra aquellos que se solazan con la sangre y el sufrimiento de los humildes y desposeídos; contra aquellos que solo les importa el saqueo de los recursos naturales sin importar el daño a la vida y la estabilidad del planeta; contra aquellos que en función de preservar sus privilegios mezquinos alientan la guerra pero haciendo que se maten solamente los hijos ajenos, que no son otros que los hijos de los pobres.

A los camaradas de los ETCR y los que están por fuera, a los militantes comunistas y bolivarianos, a las masas fieles de todos los tiempos, nuestro saludo patriótico y revolucionario con la reiteración de que LA LUCHA SIGUE. Y lo hacemos comenzando por reconocer y valorar que el combate se seguirá desenvolviendo fundamentalmente desde donde las comunidades levantan sus banderas de protesta y resistencia, a las que juntamos las banderas rojas de Bolívar y Manuel; creciendo en el torrente del movimiento real, en la organización comunal y social…; siempre buscando mejorar las condiciones de vida de las mayorías y defendiendo sus intereses. En todo caso, aquí, en el teatro de la lucha guerrillera estaremos como respaldo y resguardo de la acción popular, con los brazos abiertos y en alto estos fusiles que son de ustedes ¡A nuestro Catatumbo del alma, puño en alto!

A los que salgan elegidos en la contienda electoral que se aproxima, les deseamos los mejores éxitos, y que ojalá se puedan ir estableciendo administraciones del pueblo y para el pueblo, comprometidas con la paz y el medio ambiente. Cuenten que no vamos a exigirles ni un solo peso para nosotros, exigiremos como prioridad que ningún niño se quede sin ir a educarse y que cada paso que se dé sea con el beneplácito y la veeduría de las comunidades.

Mientras siga la injusticia la lucha sigue. Como podemos creerle a un estado lo que dice, cuando no cumple lo que firma. Compatriotas, tenemos que aunar esfuerzos y voluntades para con constancia y denuedo derrotar la dispersión y alcanzar los sueños de emancipación y paz con justicia social.

¡Vivan los Santaderes!; ¡Viva el Magdalena Medio!; ¡Viva el Catatumbo!; ¡Viva la unidad de los pueblos!

Con el puño en alto, VILLA

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