LIBREPENSAMIENTO Y EXPRESIÓN PARA REFLEXIONAR SOBRE LA PAZ Y LA REALIDAD NACIONAL

Octubre 13 de 2019

LIBREPENSAMIENTO Y EXPRESIÓN PARA REFLEXIONAR SOBRE LA PAZ Y LA REALIDAD NACIONAL

Haciendo uso de la libertad de pensamiento y expresión que me garantiza la organización insurgente a la que pertenezco deseo realizar un análisis de la política histórica de Colombia, el país de la “Paz”, el mismo que permite gozar de la hermosura natural y su inimaginable riqueza terrenal que lo identifica, al tiempo que nos hace sufrir la pobreza que padecen millares de familias, tan evidente pero que se pretende ocultar entre palabras de falsa democracia. ¡Síííí…! mi país, mi patria; el país de las dos caras: la real y la que se quiere mostrar a conveniencia comercial y política.

El país más feliz del mundo según rating de encuestas televisivas; el país polarizado de los que piensan diferente; el país de las maravillas pero de los campesinos sin tierra, donde no se reconocen los derechos de los mismos; el país donde se venden páramos y ríos a las trasnacionales; el país donde el ejercicio de la rebelión se tipifica como terrorismo y se castiga con la muerte; el país donde es más fácil morir baleado por dignidad y por honor que morir de viejo; el país cuyos gobernantes se ufanan de tener uno de los mejores sistemas de salud de Latinoamérica, pero donde los más pobres mueren por no tener acceso a sus servicios; el país donde se invierte millones de millones para combatir el narcotráfico, pero la droga es un componente esencial del su lucro capitalista que mueve sus transacciones financiera; el país donde al suelo se le inyecta glifosato químico y a la política el glifosato de la corrupción; el país de paramilitares, bandas criminales o como las quieran llamar haciendo sentir su poder en el conjunto de la institucionalidad.

El país de paisajes turísticos, pero con víctimas que no reconoce el Estado; el país donde morir es bueno porque la funeraria gana; el país donde hay no solamente riqueza agrícola sino bienes naturales que cualquier otra nación envidiaría, y que cuenta con gente capaz en creatividad y trabajo, en campos y ciudades, sobresaliendo por sus empeños y sacrificios pese a la escandalosa precariedad laboral a la que le enciman como “alivio” los insólitos costos de la canasta familiar o los impuestos demenciales, de crecimiento continuado, como el IVA; el país donde todos trabajan para conseguir carro, pero la gasolina vale oro y los peajes lo que se le antoja a cada ladrón de camino al que se le entrega en concesión (crecen tanto como se agiganta el deterioro de las vías); el país donde por desatención a la infancia muchos menores terminan convertidos en asesinos a sueldo mientras con su propia hipocresía el Estado hace populismo punitivo sin poner en marcha un apolítica criminal responsable; un país sin políticas laborales que acaben con el desempleo, pero sí con políticas neoliberales que acrecientan la ruina social; el país donde vivir en el campo es peligroso tanto por la guerra sucia estatal como por su inasistencia social; un país donde en las grandes urbes, para las mayorías marginadas ocurre igual; el país democrático donde los campesinos, los indígenas, las comunidades afrodescendientes, los estudiantes, docentes y los trabajadores en general se ven obligados constantemente a realizar marchas y paros para protestar y reclamar sus derechos fundamentales; el país “seguro” donde sus Fuerzas Militares que se supone están preparadas para defender la vida, honra y bines de los ciudadanos, recibiendo un presupuesto descomunal, aparecen sin más ni más involucradas en terribles casos de masacres, desaparición forzada, asesinatos de lideres y lideresas sociales, “falsos positivos” y crímenes de lesa humanidad inimaginables; el país de artistas, deportistas, y maravillosa gente de a pie que ha soñado y sigue soñando con la paz; que tuvo un Presidente que la prometió y que por empeño de esos soñadores que dieron su voto por tal conquista recibió el nobel, pero sólo para ostentar mientras él mismo iniciaba la era de los incumplimientos del Acuerdo de La Habana que hoy prosigue con mayor saña sus sucesor; el país en el que el gobierno es capaz de cambiar lo acordado como compromiso de Estado frente a garantes internacionales, dejando para la historia la fatídica certeza que con el régimen colombiano “nada está acordado aunque todo esté acordado”; el país arrodillado ante Estados Unidos, el país que permite el desplazamiento forzado. ¡Síííí!, ésta mi patria, mi Colombia, mi República bañada por dos océanos, la tierra del libertador Simón Bolívar, pero la tierra en la que es deshonrado porque sus gobernantes se prestaron para el robo del canal de Panamá. Y de ahí para acá, todo por el mismo corte: la venta de ISAGEN y muchas otras entidades públicas que primero quiebran para luego darlas a precio de huevo al sector privado más mezquino.

El país donde se celebra el día de la madre con la particularidad que ese día es cuando hay más muertes por problemas intrafamiliares; el país donde aumenta a cada minuto el feminicidio; el país donde la trata de personas crece día a día; el país donde algunos venden niños generando ingresos para vivir “bien”. ¡ Ah! , el mismo país que se presta para matar a las personas y vender sus órganos; el país donde le damos gracias a Dios por que nos ha permitido vivir en la pobreza y no hemos muerto por casualidad de hambre; el país donde los subsidios no llega a los más vulnerables y necesitados, pero si hay políticos que pueden quedarse con multimillonarias sumas de dinero de una contratación pública y si acaso se llegaren a castigar son privilegiados con casa por cárcel, o a lo más con celdas especiales dotadas de lujos y extravagancias que insultan; el país que divide a la sociedad en estratos, sí, separaciones “estratosféricas” donde en los niveles uno y dos están los pobres reventándose el espinazo para levantarse la comida del día a día y poder sobrevivir hasta debajo de los puentes, y en los estratos 5 y 6 están los que tienen más riqueza, tomando coñac y whisky de sobremesa. Sin embargo, entre “garantías e incentivos para inversionistas”, “exenciones fiscales” y evasiones tributaria terminan esquilmando el erario público, pagando nada respecto a toda la sangre que le chupan al país y excusados con que como “son los empresarios y generan empleo” lo merecen todo

Colombia, sí, el país donde el gobierno se llena la boca hablando de respeto ala soberanía, pero dócilmente se somete a Washington y las exigencias del FMI, sirviéndoles de punta de lanza para irrespetar y hostilizar a los vecinos que no le rinden culto al imperio del norte; por eso es el país del Presidente que escribe libros e ilustra acontecimientos con imágenes que no pertenecen a su autoría para presentarlos ante la ONU como prueba para concebir una provocación de guerra con la hermana república de Venezuela. Perfectamente, entonces, se puede afirmar que el nuestro es el país del gobierno que sin ningún pudor ni respeto a la diplomacia ha ido mentir y a burlarse de la confianza de Naciones Unidas, desconociendo los compromisos y del respeto que le merece a sus gobernados, porque en últimas lo que ha hecho es el gran ridículo internacional

Sí, el mismo país donde se condena a la guerrilla de las FARC-EP por levantarse nuevamente en armas ante un régimen oligárquico que no cumplió con la palabra empeñada desatendiendo las obligaciones que suscribió solemnemente mediante un tratado de paz que esas mismas Naciones Unidas y otros organizamos internacionales, habían catalogado como de los mejores logrados en el mundo. Pero habiendo mandado al traste el respeto a los compromisos, al carajo mandaron las garantías y los derechos tanto de quienes dieron el paso a la legalidad, como de a los millones de colombianos que debían ser beneficiados con los cambios que los saquen de la exclusión; al carajo la reforma rural, al carajo la apertura democrática, al carajo la sustitución de cultivos de uso ilícito, al carajo el cuidado al medio ambiente, al carajo el resarcimiento de las víctimas del conflicto, al carajo la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, al carajo la cacareada paz estable y duradera , porque lo que en conclusión quería la oligarquía era el desarme de la insurgencia y su desarticulación política y moral. Historias que se repite, sí, historias de un país al que también se le pretende borrar la memoria. ¡Mi patria, esa patria grande llamada Colombia!

¿Acaso es un delito mostrar los resultados de la comunidad internacional en el análisis hecho después de tres años seguidos de la firma del acuerdo de paz estable y duradera, donde a diario se siguen las muertes de líderes sociales?

¿O acaso es un delito mostrar que van más de 150 excombatientes asesinados después de la firma, de la paz; acaso es un delito decirle al mundo que el gobierno colombiano y el Ejército de Colombia y sus bandas del terror siguen sosteniendo sus acciones de guerra sucia porque no ha habido el desmonte de la doctrina del enemigo interno y por ende del paramilitarismo de Estado?

¿Acaso es un delito insistir en evidentemente la Reforma Rural Integral del acuerdo de paz no se ha implementado mientras sigue el despojo de tierras?

¿Acaso es un delito contar que es la comunidad internacional la que ha invertido los recursos fundamentales con los que han salido adelante los poquísimos proyectos de la implementación, pero que esos recursos han llegado reducidos a su mínima expresión por cuenta del burocratismo y la corrupción institucional? En este país, en realidad, después de las trizas y risas en que convirtieron “ese maldito papel” (léase el Acuerdo) la mención al mismo en el Plan Nacional de Desarrollo era como un chiste del mal gusto.

No puede evitarse la indignación popular. El gobierno colombiano tapó la verdad por más de 54 años en que impuso la injusticia y la guerra que dieron origen al alzamiento armado, y cuantas veces a prometido la paz ha incumplido sumergiéndonos en nuevos y más terribles ciclos de violencia. Ahora nuevamente a traicionado los sueños de reconciliación regando de más sangre inocente el territorio, y por esas traiciones y mentiras que se revuelven en el pantano de la perfidia es que se multiplica la indignación que también se expresa en nuestro rearme, predicando verdades que no se pueden ocultar con el cuento de que es que entonces hacerlo nos coloca en el papel de que somos los que incumplimos lo pactado. No, que no sean descarados quienes eso predican porque es como hacerle el juego a los que están asesinando a los lideres sociales y siguen manteniendo al país en la situación en que se encuentra. ¿Cuánto teníamos que esperar para reaccionar en legítima defensa y sin que nos terminaran de pisotear el decoro con su vindicta y su guerra mediática de desprestigio?

Nuestras razones no pueden estar más probadas que con los hechos públicos, notorios, que han sucedido (mientras lo dábamos todo por esa esquiva reconciliación que no llega), y siguen sucediendo luego de nuestro anuncio del rearme, porque el plan de exterminio y sometimiento que nos trazó la oligarquía vine preparado desde antes de las negociaciones y continúa su ejecución.

Muchos no compartirán nuestra determinación, y es asunto que merece nuestro respeto; pero de ahí a que se nos endilgue el haber sido nosotros los que traicionamos no solo el Acuerdo sino principios como revolucionarios hay cierto trecho de maledicencia y hasta de causa común con los enemigos de clase. Dejemos que las aguas se decanten y ya veremos el fondo de las cosas. Mientras tanto seguimos navegando entre turbulencias con la fortaleza que nos dan quienes nos apoyan, creen en nuestros propósitos y de una u otra forma nos acompañan con sus propios riesgos y sacrificios. En silencio, muy en silencio, por que como dijo el Apóstol, hay cosas que han de andar ocultas. Por mi parte, tengo la certeza de que hemos tenido una enorme depuración que nos fortaleció y nos permitió encontrar la mayor firmeza en la escases.

cHoy puedo asegurar que flecha envenenada lanzada siempre por la burguesía colombiana contra las FARC-EP de seguro empezó a cambiar de dirección, porque en este análisis con mi poca experiencia me doy cuenta que persiste la firmeza marxista-leninista y con más pujanza el pensamiento del Che, de Fidel Castro, de Manuel Marulanda Vélez, de Jacobo Arenas, de Alfonso Cano, del Comandante Hugo Chávez Frías y tantos otros héroes y heroínas de la Patria Grande que nunca se equivocaron con las ideas Bolivarianas, socialista y comunistas. Estoy segura que ese es el camino, aun con los miles de obstáculos que el imperio yanqui nos imponga para no dejar generar los cambios a la sociedad. Comprendo que debemos prepararnos más y más para enfrentarnos a toda clase de artimañas y vejámenes que de seguro serán utilizadas en contra de las FARC-EP para no dejarnos continuar con nuestro propósito de liberación nacional y latinoamericano, mientras nos vemos en el deber una y otra vez más de ocultarnos en la flamante majestad que nos brinda la naturaleza y las masas desposeídas. En esa montaña llamada pueblo nos iremos reorganizando, rearmando la utopía, blindando nuestras ideas, generando cambios de estrategias para continuar nuestro propósito emancipatorio.

Hoy más que nunca entiendo con más claridad por qué ser guerrillero(a) es el eslabón más elevado de la especie humana, realmente hay que ser muy consciente y tener claridad para entender cómo se mueve la política en Colombia y en el mundo y cómo influyen a las sociedades traspasando fronteras y generando miles de opiniones según sus intereses. Para las mayorías de las sociedades, aunque se sienten identificados con nuestra lucha guerrillera rebelde y proletaria prefieren callar porque en Colombia es mentira que el derecho a la libertan de expresión y libertad de pensamiento se puede cumplir. Si eres una persona de oposición política de gobierno o piensas diferente, lo más seguro es que se va a parar a la cárcel, si se es líder social o participa en un partido político, puede perder sus derechos o puede ser víctima de un montaje, o peor lo callan a balazos, desafortunadamente así es en mi país el manejo que el gobierno colombiano le da solución a los reclamantes de los problemas sociales.

Por eso invito a que todo el que se sienta patriota y con ganas de un cambio social verdadero, se una a la lucha popular libertaria, con mayor determinación que nunca, ya en las milicias Bolivarianas, en nuestro Partido Clandestino, en las FARC EP, en el Movimiento Bolivariano, en las organizaciones de masas…, porque como parte de la vanguardia colectiva debemos continuar por el camino de la resistencia hasta la victoria; así sea un camino abrupto y peligroso, pero es el camino que nos conduce a la libertad. Es el camino que debemos seguir y abrir con optimismo con el convencimiento de que la historia nos dará la razón y es allí donde veremos en un futuro una clase dominante y burguesa juzgada por su propio pueblo.

Seguramente hoy mi escrito será condenable no solamente por parte de quienes nos han adversado durante décadas sino también por quienes se decidieron por la claudicación o por la traición; pero bueno, no son cosas que puedan aplacar la rebeldía, menos si vienen de quienes nos quieren seguir teniendo como sus borregos o de quienes se han decidido a serlo. Al borrego cuando lo engordan es para mandarlo directo al paladar. para deleitar su paladar.

Creo, autocríticamente que actuamos ingenuamente cuando creímos que estábamos tratando con un gobierno colombiano serio con principios y valores éticos que le iba a cumplir con el acuerdo de paz. Nos engañamos. En vez de paz estable y duradera, los estable y duradero es el régimen de injusticia que ahora se fortalece para satisfacción del Boque de Poder Dominante y del Imperio. Pero no creo que la fiesta le vaya a quedar muy bien, porque existe una crisis que advierte cambios, y me parece que nosotros seremos parte de los aguafiestas que le harán difícil su tranquilidad a la oligarquía.

La lucha insurgente que emprendemos hoy hombres y mujeres que buscamos cambio social para la patria sigue. ¡Claro!, cabe decir que aprendimos la lección y nos dedicaremos a educarnos, a formarnos desde todos los puntos de vista, en la praxis, para desarrollar de mejor manera la lucha integral que nos exigen nuestros principios y los nuevos retos. Precisando que las FARC-EP nunca se rindieron y que por el contrario hoy el pensamiento es imbatible y tiene sed de soberanía y justicia social, pues la persistencia hace parte de nuestra noble causa.

Atte.

Una Guerrillera de las FARC-EP

Columna Móvil Vladimir Estiven

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