La paz de Colombia y el Acuerdo con las FARC

La paz de Colombia y el Acuerdo con las FARC

 

Por: Alberto Pinzón Sánchez

El artículo de opinión escrito por el exguerrillero reinsertado Gabriel Ángel en el portal las 2 Orillas (16.08.2019) sobre la “lucha armada en  Colombia” Ver https://www.las2orillas.co/que-lucha-armada-ni-que-ocho-cuartos/, donde, ex profeso y a la mejor manera de lo aprendido en el claustro jesuítico donde cursó su bachillerato; de manera burda confunde o iguala lo que la sociedad colombiana llama “la paz” en general, con el Acuerdo del 2016 en la Habana y sus vicisitudes, y nos aboca necesariamente a plantear, así sea someramente, la relación existente entre el “tal Acuerdo” Santos-Timoleón Londoño con la paz de Colombia, actualmente amenazada muy seriamente por la continuidad y variación dramática del también llamado “conflicto interno colombiano”.

Un acuerdo como el logrado en la Habana, entre dos partes enfrentadas militarmente, para “terminar”, como se le denominó, el “degradado” conflicto habido históricamente durante más de 50 años entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc-EP, cuyos orígenes y desarrollos fueron abundantemente explicados política y sociológicamente por las dos partes en un voluminoso libro de 742 páginas publicado por la presidencia de la República denominado “Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas. Bogotá. Noviembre 2015”. Libro que recomiendo a Gabriel Ángel volver a leer, si es que ya lo leyó.

Acuerdo que fue firmado varias veces y vuelto a firmar debido a las adendas introducidas, a los cambios profundos y mutilaciones que se le hicieron posteriormente el cual quedó (léase bien) “quedó deslegitimado electoralmente” por el plebiscito del 02. 10. 2016, donde el No al “tal Acuerdo” obtuvo 6´431.372 votos (50,21% del censo electoral, 53.980 votos de diferencia sobre el sí) es decir por la vía electoral tal y como se legitiman las cosas en la democracia, así sea esta de papel y así sea por una mínima diferencia. El cual, antes de firmarse ya había sido rechazado por un grupo (así sea reducido) de guerrilleros que prefirieron continuar armados y a quienes se les pretendió derrotar preventivamente estigmatizándolos con el nombre despectivo que ya ha hecho carrera mediática de “disidentes”; esos a quienes Gabriel Ángel en lugar de tratar, con su arma que dice ser la palabra, de apaciguar o convencer para que no continúen en su inútil guerra, o aconsejar de que la mejor manera de Solucionar sus reivindicaciones podría ser de manera Política y civilizada; les dice en cambio con su prosa envenenada, talvez para agradar a su anterior jefe del bloque en armas, o, para injuriarlos y descalificarlos porque no están de acuerdo con él ni con lo que él representa, los descalifica como sectas fanáticas alucinadas “que andan por ahí produciendo comunicaciones delirantes, que solo leen y comparten un número cada vez más ínfimo de sus seguidores. Rabian, difaman, amenazan, firman sentencias de muerte….

Disidentes que, debido a las tantas y tan evidentes perfidias del régimen contrainsurgente en la  implementación de lo acordado originariamente, tanto durante el gobierno de Santos como en el del pelele Duque, y por el genocidio premeditado, calculado, sistemático y continuado actualmente de sus bases desarmadas (ya van al día de hoy más de 140 ex guerrilleros “reinsertados” neutralizados o enviados a una vida mejor según lo prometido, ninguno de la cúpula guerrillera ) y más de 500 líderes de las bases-más populares de la base, potencialmente subversivos, que han sido fusilados de la manera más cruel posible. Disidentes, quienes según los informes de las diversas ONGs que investigan el fenómeno han aumentado su número a cerca de 3.000 guerrilleros en expansión alarmante en las regiones donde hacen presencia o han regresado; lo que ha permitido, por ejemplo, sacar hace dos meses el siguiente titular mediático  de una agencia informativa global:  1 de cada tres “desmovilizados”, ha regresado al pasado imperfecto condicional.

Si a lo anterior se le agregan el enorme impacto producido por el informe de la Cruz Roja de Colombia del 21 de julio 2019 (un día después de la conmemoración de los 209 años de “cachetada” de Llorente en 1810) reproducido por el grupo mediático global Prisa que no es cualquier cosa (ver https://elpais.com/internacional/2019/07/20/colombia/1563649226_997490.html ) donde se le informa a la economía-mundo que en el atormentado y sangrante país del Sagrado Corazón no hay ya un (1) solo conflicto armado y social, sino cinco (OJO ¡cinco!) conflictos armados (OJO ¡armados!) pues hombre, uno tiene la tentación diabólica de pensar que el tal acuerdo de cúpulas Santos-Timoleón Londoño, ha sido un mal acuerdo de paz que no logró la paz general en Colombia. Que un acuerdo de cubileteros y socios para quitarle en el papel la palabra “cundi” a Cundinamarca, no producía necesariamente una Dinamarca. Que una cosa es el partido farc rosa, y otra distinta la paz en Colombia.    

Evidentemente, no es, un asunto de la Lucha Armada y menos aún del Marxismo o del Bolivarismo, ahora abandonados, que nos recuerda la anécdota del marido traicionado que vendió el sofá. Es un asunto de la realidad objetiva y contradictoria que existe fuera de nuestros sentidos, queramos aceptarla o no. Ahí está en la contradictoria realidad social de Colombia la persistencia de una múltiple, abigarrada y compleja realidad de guerra y violencia política, ejercida desde la cúpula de un Estado contrainsurgente, todo profundamente corrompido, narcotizado y paramilitarizado, utilizado por los intereses geoestratégicos depredadores de los EEUU, que como es obvio se ha desbordado hacia Venezuela amenazando perpetuarse en la región con toda sus trágicas y destructivas consecuencias masivas y humanitarias o “collateral damages”, causadas desde las 9 bases del USArmy existentes en territorio colombiano. Raro es que un jesuítico del san Bartolomé no recuerde la antigua y multi centenaria sentencia de Tomás de Aquino sobre la “legítima defensa”.  

La Lucha Armada que con el nombre de “revolucionaria” terminó en la Habana, y en eso hasta  podemos estar de acuerdo con Gabriel Ángel, fue la lucha que la fracción de “los guerreros partidarios de ponerle una pata en el pescuezo a la oligarquía y llegar de a caballo al palacio de Nariño”; quienes absolutizando totalmente su concepción militarista de lograr la revolución social UNICAMENTE por medio del cañón de un fusil y unos tatucos o cilindros artesanales disparados sobre la población civil que motivó el desprecio colectivo, pero no solo cometiendo atrocidades de guerra contra el Pueblo que decían representar, sino también, aislándose políticamente de este al haber abandonado la antigua y probada táctica Leninista de utilizar responsablemente todas las formas de movilización de masas, y que logró imponer en la práctica, la visión de a la Solución Militar sobre los “intelectuales” conducidos por Alfonso Cano, quien siempre por insistencia directa de Manuel y Jacobo y sobre todo de Lenin, propuso aun a costas de su propia vida una Solución Política del conflicto social y armado colombiano (solución verdaderamente política con “verdaderas” trasformaciones estructurales en la sociedad y en el Estado; no pactos de cúpulas, politiqueros parciales de curules y lentejas con mermelada a cambio de beneficios mutuos). Es lo que ha sido criticado y ha variado.  

Fracción, extremista y vacilante, envejecida y con problemas metabólicos de obesidad, circulatorios, o de alcohol, toda ella extraída de la pequeña burguesía arribista radicalizada que en aquella época del bloqueo político del Estado de Sitio había tomado las armas, y quienes al ver después de tantos años en una selva aislada cómo su ciclo vital llegaba a su fin sin ningún provecho personal privado; “penduló” o se fue hacia el otro lado descaradamente, llegando hasta ordenar a toda la guerrillerada de rústicos campesinos pobres y rebuscadores quienes ingenuamente los seguían, la entrega apresurada de armas pese a la evidente perfidia del Gobernante a lo pactado y a las advertencias de quienes ya preveían el final de la escena. No es entonces raro tampoco, que hoy 1 de cada 3 de esos campesinos pobres y rebuscadores que los siguiera los haya abandonado y persista en defenderse como pueda de la violencia oficial ordenada y ejercida desde las alturas geoestratégicas.

Nadie está en contra del acuerdo de la Habana. Ojalá se respete y se implemente de manera integra e integral como lo hemos venido sosteniendo, a pesar de su ilegitimidad plebiscitaria y las demás perfidias que lo traban y dificultan. Lo que estamos diciendo aparte de esto, aún a riesgo de que me llamen “disidente”, como ya deben estar llamado al agudo caricaturista Osuna del diario El Espectador; es que el llamado conflicto colombiano ha variado y se ha trasformado en algo más complejo en donde además de las disidencias armadas, hay disidencias desarmadas, persiste el enfrentamiento con el ELN, y con el EPL a quien la contrainsurgencia llama peyorativamente los “pelusos”. Están también los narco-paramilitares oficiales, los narcos puros, y los grupos armados aislados. También, se está dando una creciente y combativa movilización social como por ejemplo la minga popular, etc.

Todo ello como lo ha dicho la Cruz Roja en su informe citado, es una realidad que debe obedecer a profundas causas sociales y culturales, y que toca analizar con más seso, dedicación y como decía Robespierre con audacia, audacia y más audacia, para proponer una Verdadera Solución Política a dichos conflictos armados, pero, además, que tome en cuenta las reivindicaciones de las diversas Movilizaciones Sociales existentes y llegue a verdaderos acuerdos con ellas. Solo así se podrá avanzar hacia la democracia plena y participativa que exige la realidad del mundo actual.  

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