Martuchis, nos acabamos de enterar

Hasta ahora estamos viendo con más claridad la estela delincuencial de la vicepresidente de Colombia, Marta Lucía Ramírez. Tras esa cara de «mamasanta» que pone, realmente se esconde un alma horrorosa y abominable. Se reunía en el Club El Nogal con los más reconocidos cabecillas del paramilitarismo para acordar políticas de seguridad y planificar la próxima masacre. Los muertos y desaparecidos en operaciones con- juntas de paramilitares, ejército y policía en las comunas de Medellín, la señalan como responsable de crímenes de lesa humanidad. La exministra de defensa de Álvaro Uribe, se hace ahora la morronga frente a los falsos positivos. Pero Marta Lucía, alias Martuchis, es una mujer multifacética en las modalidades del delito y por eso la persigue, noche y día, el espectro del Memo Fantasma, que es mafia pura y corrupción.

Ella y su marido tienen mucho que contarle al país sobre esa turbia relación. Y ahora que trasciende contra su voluntad, que su hermano Bernardo, purgó cárcel en Estados Unidos por tráfico de heroína y que ella pagó la fianza por su liberación, califica la denuncia como un acto de persecución política. Pero lo más sorprendente es que el presidente Duque la libra de todo pecado, al igual que Uribe y Gaviria, calificando el hecho ocultado durante dos décadas por la señora, como un «drama familiar» muy triste. Vagabundos y sinvergüenzas es lo que son esos expresidentes.

Las FARC-EP, Segunda Marquetalia, piden la renuncia o la revocatoria del mandato del Presi- dente Duque, por haber financiado su campaña presidencial con dineros del narcotráfico, más exactamente con la masa de dinero recolectada por el Ñeñe Hernández entre sus socios mafiosos, como lo confirman las conversaciones de éste con Claudia Daza, de la UTL de Uribe. Debe invalidarse igualmente, por el mismo motivo el cargo de vicepresidente que ostenta la señora Marta Lucía Ramírez. Al mismo tiempo los colombianos debemos exigir castigo judicial para el fraude electoral y la compra de votos adelantada de manera impune y descarada por los Char y los Gerlein, con dineros lavados del narcotráfico. Colombia tiene que dejar atrás, definitivamente su indignante condición de narcoEstado.

Lo más doloroso para el país ha sido soportar durante más de dos décadas la impunidad de Álvaro Uribe y sus secuaces,

Corresponsalía

FARC-EP,

Segunda MarquetaliaJunio 15 de 2020

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