Recordando a Arthur Rimbaud, «El Vidente»

Noviembre 10 de 2019.

ARTHUR RIMBAUD

Recordando a “El Vidente

Por Jesús Santrich, El Disidente.

 

«De mis ancestros conservo los ojos celestes,

el cerebro estrecho

y la imprudencia de la lucha».

AR.

«De todas las ruinas del mundo, la ruina del hombre es, sin duda alguna, el más triste espectáculo». AR.

El poeta francés Jean Nicolas Arthur Rimbaud, nación en Charleville el 20 de octubre de 1854 y murió en Marsella el 10 de noviembre de 1891.

Existen varias biografías sobre Rimbaud, El Vidente, de las cuales para esta semana de su recuerdo recomiendo leer “Retrato hablado de Arthur Rimbaud”, escrito por el maestro Michel Butor (Siglo XXI Editores, México, 1991), y ver la película Total Eclipse que dirigió Agnieszka Holland tomando el guión escrito por Christopher Hampton a partir de textos de Rimbaud y de Verlaine.

Creo que sería una manera muy entretenida y a la vez profunda, volviendo a sus poemas claro está, de recrear nuestra carrera tras los pasos de este impenitente viajero de la vida, a quien Víctor Hugo llamó el Shakespeare niño, y él también poeta Paul Verlaine (con quien sostuvo una relación sentimental tortuosamente apasionada, apodó El Poeta Maldito.

Sobre nuestro personaje, para quien “el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado desarreglo de los sentidos”, ahora quiero dejar como homenaje las palabras que en el cierre del discurso brindó con motivo del Premio Nobel de Literatura 1971, el vate Pablo Neruda dedicó exaltando su condición de visionario.

El 21 de octubre de aquel año, el afamado escritor chileno, de quien Gabriel García Márquez manifestó que era “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”, recibió de la Academia sueca el premio mencionado por “ser autor de una poesía que, con la acción de una fuerza elemental, da vida al destino y los sueños de un Continente”.

Neruda, por entonces, exaltó a Rimbaud diciendo al final de aquella pieza literaria bella:

Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: A l’aurore, armés d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes. (Al amanecer, armados de una ardiente paciencia entraremos en las espléndidas ciudades.)

Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera.

En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.

Así la poesía no habrá cantado en vano”.

Son reflexiones que bien podemos dedicar en solidaridad y homenaje a las combativas jornadas emancipadoras que por estos días se suceden en diversas latitudes del Nuestra América, como en el Chile qué resiste al neoliberalismo inhumano de Piñeras.

El poeta de Parral, quien le tocó enfrentar la terrible dictadura de Pinochet, publicó también un bello poema ofrendado al Poeta Maldito que tituló “Oda a Jean Arthur Rimbaud”, en el que valora la dimensión de su compleja espiritualidad adelantada, cargada de simbolismo. Veamos un fragmento:

Ahora/ en este octubre/ cumplirás/ cien años, / desgarrador amigo. / ¿Me permites/ hablarte? / Estoy solo, / en mi ventana/ el Pacífico rompe/ su eterno trueno oscuro. / Es de noche.

(…)

En tu tiempo/ sobre las telarañas/ ancho/ como un paraguas/ se cerraba el/ crepúsculo/ y el gas parpadeaba/ soñoliento. / Por la Commune pasaste/ niño rojo, / y dio tu poesía/ llamaradas/ que aún suben castigando/ las paredes/ de los/ fusilamientos. / Con ojos/ de puñal/ taladraste/ la sombra/ carcomida, / la guerra, la/ errabunda/ cruz de Europa.

Por eso hoy, a cien años/ de distancia,/ te invito/ a la sencilla/ verdad que no/ alcanzó/ tu frente huracanada,/ a América te invito,/ a nuestros ríos,/ al vapor de la/ luna/ sobre las cordilleras,/ a la emancipación/ de los obreros,/ a la extendida/ patria/ de los pueblos,/ al Volga/ electrizado,/ de los racimos y de las espigas,/ a/ cuanto el hombre/ conquistó sin misterio,/ con la fuerza/ y la sangre,/ con una/ mano y otra,/ con millones de manos.

(…) PN

En una de sus innumerables construcciones literarias, como dando un salto hacia dentro de sí mismo expresa Rimbaud: “Decidí ser un genio, decidí experimentar el futuro…”; tremendo sentimiento de genio irreverente que en la película de Agnieszka Holland, se refleja en el episodio en que el Rimbaud representado excelentemente por Leonardo W. DiCaprio grita para que lo escuche el mundo:

 

«Yo quiero el sol, me entiendes

Yo quiero el sol…».

¡Hasta siempre poeta!

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