Volveré y seré millones

Noviembre 11 de 2019.

VOLVERÉ Y SERÉ MILLONES”

¡JALLALLA TÚPAC KATARI! ¡JALLALLA BARTOLINA SISA! ¡JALLALLA JILACATA EVO MORALES AYMA!, PRECURSORES DE LA LIBERACIÓN AMERINDIANA.

Jesús Santrich, EL DISIDENTE.

El pasado nos da la fortaleza que necesita la construcción del devenir, porque de sus profundidades toman la sabia de la resistencia para las luchas del presente. Ahí están las esencias de nuestra identidad y los ejemplos de dignidad de quienes entregaron su sangre por la emancipación frente a los tiranos.

Hoy en momentos de convulsión social y de resistencia popular en Bolivia, la hija predilecta del Libertador, traigo a la memoria de los colectivos revolucionarios de Nuestra América, voces de reencuentro con un gigante de la rebeldía, de la insumisión y del amor por la libertad. Me refiero a Túpac Katari (Ayo Ayo 1750 – La Paz 1781), quien cumple en este noviembre 238 años de su sacrificio por la emancipación de los pueblos originarios. Él, junto a Bartolina Sisa, también bravía indígena sudamericana, combatieron con audacia contra la conquista y la humillación de Europa en Nuestra América, en la Abya Yala de nuestros ancestros y de nuestro destino.

Diciendo “volveré y seré millones”, evoco el verbo encendido de aquel, de aquella, de aquellos valientes que, sobreponiéndose al horror de la esclavitud y el exterminio padecido por los amerindios, a quienes sus opresores consideraban “Bestias sin dios y sin alma”, negándose su ser, su conciencia y su identidad, en el siglo XVIII se levantaron sobre la cima del decoro para, con heroísmo, sembrarse luego en la madre tierra y pervivir imperecederos en la conciencia rebelde de las muchedumbres explotadas.

No había mayor diferencia entre la segregación y el maltrato discriminante de los días de la mita y los tributos coloniales con los exabruptos de la explotación capitalista, hasta los días en que un hombre de sangre aymara de nombre Evo, el primer indígena de estas tierras, llega a gobernar para redimir a los desfavorecidos.

Pronto Túpac Katari se identificó con los ideales de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru, el rebelde inca del otro lado del Titicaca que dio inicio a la insurrección indígena más memorable de los Cuatro Suyus.

Los ideales los juntaron contra la persecución y el odio de sus opresores. Era 1780 y Túpac Amaru se levanta en rebelión armas, que es el derecho de los pueblos cuando la fuerza de la palabra no importa a los déspotas. En pleno desarrollo de su gesta Katari y Sisa se unen a la misma causa y convocan a su gente a armarse de q’urawas (hondas), palos y piedras, pero sobre todo de coraje para enfrentar a los invasores.

Para desplegar sus planes, acudiendo a la táctica de “la pulga”, que era como llamaban la táctica guerrillera de atacar, de emboscar sobre seguros y luego replegarse para resguardarse, lo cual imperó hasta cuando alcanzaron un nivel ofensivo que les permitió bloquear caminos y cercar a sus enemigos, siguiendo el ejemplo de resistencia del primer Túpac Amaru y de Tomás Katari, antecesores de la resistencia, que en algún momento habían logrado cercar el norte de La Paz.

Muchos meses victoriosos duraron los asedios y cercos contra los españoles, hasta cuando vino la traición que entregó a Katari y a Bartolina Sisa. Una vez hechos prisioneros, fueron sometidos a vejámenes y torturas. Al héroe de Ayo Ayo, al igual que hicieron a Túpac Amaru, lo amarraron de sus extremidades a cuatro caballos que sus verdugos hicieron correr en distintas direcciones, hasta desmembrar su recio cuerpo.

Los pedazos de Katari fueron expuestos en diferentes puntos de la comarca. Su cabeza se ensartada en una picota fue enclavada en lo alto de un cerro “para escarmiento de los indios” según el decir de la Corona, el 14 de noviembre de 1781.

Bartolina fue violada, rasurada al rape, paseada desnuda en un asno y después atada a un caballo y arrastrada hasta morir el 5 de septiembre de 1782.

La crueldad de los opresores no pudo aniquilar sus ideas. Antes de su sacrificio “La Serpiente del Sol” (Túpac Katari) dio su último sublime grito de guerra indócil: “Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti, waranqa, waranqanakaw tukutaw kut’anipxani”: “Solamente a mí me matan… Volveré y seré millones; consigna que hoy vibra en las gargantas de los bolivianos, mayoritariamente indígenas que sigue clamando justicia en su tierra originaria

¡Quien duda que están de vuelta, en los trabajadores, en los campesinos, en los indígenas que marchan por el restablecimiento del orden democrático en aquella tierra gloriosa!

Jallalla Tupac Katari, Jallalla Bartolina Sisa, Jalla Evo publo y pueblo mismo múltiple y arrojado que avanza esperanzado ya, para decirle a los lacayos del imperio del norte que más temprano que tarde se restablecerá la patria, poniendo la lumbre de los ancestros en la cumbre más alta del altiplano andino.

La voz aymara-quechua de la fe en el porvenir no cesa, “Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti, waranqa, waranqanakaw tukutaw kut’anipxani.”: “Solamente a mí me matan… Volveré y seré millones”. Es la palabra enardecida, consensuada como expresión de equilibrio y esperanza que flamea también en la bandera símbolo de los pueblos originarios de la América a la que Martí llamara Nuestra. Es la Wiphala imbatible que hoy queman los traidores y los abyectos racistas del golpe criminal; la representación de la filosofía del Pachakama (principio y orden universal) y de la Pachamama que es la madre universal; conjunción y mismidad de espacio, tiempo, energía y destino de un pueblo invencible. Las siete columnas y las siete filas del iris que redime una cultura, una cosmovisión que fertilizan los anhelos de las muchedumbres; la luna y el sol, el día y la noche que acompañan la marcha hacia el Sumak Kausay, hacia el buen vivir en fraternidad; a la energía vital del Ayllu comunitario, por los siglos de los siglos.

Que la paz digna sea contigo, pueblo boliviano:

Jallalla, jallalla, jallalla hermanos queridos;

Jallalla, jallalla, jallalla Túpac Katari;

Jallalla, jallalla, jallalla, Bartolina Sisa;

Jallalla, jallalla, jallalla jilacata Evo Morales.

Me despido dejándolos con este hermoso escrito del poeta argentino Castiñeira de Dios:

Aunque la muerte me tiene

presa entre sus cerrazones

Yo volveré de la muerte,

volveré y seré millones.

[….]

Toda mi vida es un río

que anda rodeando la tierra

con ese pendón de guerra

que sólo al pueblo confío.

¡Mi pueblo, este signo mío,

este amor sin más razones!

Presa entre sus cerrazones

y porque soy libre y fuerte,

yo volveré de la muerte,

volveré y seré millones.

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